Muy señor mío (no, no voy a poner «estimado Mariano» ni siquiera «hola Mariano»):
Soy la niña, ¿se acuerda?… La verdad es que no lo tengo claro con la cantidad de ocupaciones que tiene usted desde hace un año: entre otras, según oigo mucho por la calle, las de podador, talador, recortador, amputador o aserrador…, además de presidente del gobierno, claro, razón última de que le escriba esta carta.
Si me recuerda (o como si no) sabrá que estoy a punto de cumplir ya los 5 añitos, aunque si me viera, como han parecido 5 lustros de tanta puñalada económica, social y hasta informativa un día sí y otro también e incluso muchos días varias veces al día…, pensaría que tengo 50. Pero no, son sólo 5 aunque bien amasados y requetebién concentrados…, tanto que aquí me tiene lanzada al género epistolar para contarle lo que bien sabe por más que se haga el tonto con la intención de hacernos sentir tontos a todos, y por más que quiera hacerse el longui perpetrando una y otra vez quiebros y requiebros a nuestro “por ahí no pasamos”, que a este paso se va a convertir en “pasaremos por encima”.
Verá usted, aquella noche de febrero (ahora que he visto decenas de veces el video soy totalmente consciente de que debo decir “para estupor de millones de telespectadores”), de la que espero se acuerde, dijo una cantidad de cosas (que ahora con el tiempo han adquirido un tono de ñoñerías que causa sonrojo) que usted mismo se ha encargado, entiendo que a conciencia, no ya de desmentir o desdecir ni siquiera desmontar sino directamente descuartizar y demoler primero para proceder, en cuanto nos descuidemos, a su desintegración.
Por supuesto que tengo familia, y bien chula que es. Ahí aún no ha llegado o entrado a saco aunque me pongo en lo peor porque sí se ha gustado haciéndole unos cuantos jirones a ese concepto como se verá a lo largo de esta carta que casi debería llamarla esquela. En todo caso, el que efectivamente y por supuesto tenga familia es casi casi lo único que se mantiene o no se ha incumplido de lo que usted me dijo aquel 25 de febrero. El resto…, en fin…
Usted quería que tuviese una vivienda, yo y todos los niños. Y sí es cierto que entonces la tenía, igual que otros muchos niños, pero ahora estoy a punto de perderla, o mejor dicho a punto de que me la afane el banco aquel que metía los créditos en vena sin mirar siquiera que la vena tuviera sangre. Les pasa también y les ha pasado ya a algunos de mis amigos. Todos ellos, como yo, sufren (por no decir otra cosa) porque tampoco ha sido verdad lo que dijo de que quería que yo, y muchos más niños, tuviesen unos padres con trabajo. Los míos lo perdieron en el último año: mi papá víctima de un despido irracional que según lamenta pareció más bien un ajuste de cuentas, y mi mamá víctima de la última moda: un ERE. Los dos, eso sí, fueron echados después de otro día de febrero en el que usted decretó barra libre para el despido barato y buffet libre de causas para ejecutarlo. Así, sin miramientos, baratito y sin rechistar. Y aunque los dos están cobrando cuatro perras, lo cierto es que están temblando no sea que se las recorten a perra y cuarto y encima les obliguen, como si de una condena por parado se tratara, a currar de lo que a cualquier pelanas se le ocurra que es un servicio a la comunidad. Y todo eso sin contar, pero ya se lo cuento yo, el pedazo de depresión que les carcome poco a poco con sus vidas destrozadas a su edad y sin perspectiva alguna ni siquiera brotecillo de perspectiva de poder encontrar algo…, ¡¡llevarán más de 200 CV’s echados!!
Dijo también que se esforzaría (una palabra con trampa, por cierto) para que no faltase el trabajo, y se ha fumado medio millón de empleos en este rato y del inem (o como se diga ahora) llaman con empleos igual que llaman los reyes magos con regalos… Y dijo que se esforzaría porque la vivienda se pudiese conseguir y resulta que van y nos hacen prestar nosotros el dinero a los bancos y pagar sus intereses a sabiendas de que esos bancos nos chuparon y chupan la sangre y liaron la que liaron y a nosotros no nos van a prestar ni un boli, si acaso nos encañonarían para comprárselo… Y dijo además que se esforzaría (palabra trampa, repito) para que la familia esté atendida y va usted, permítame que me descoyunte de la risa, y además de lo ya dicho nos sube los impuestos (a algunas familias no), nos sube los precios y además el IVA, nos cobra (tacita a tacita) por ir al médico y a la farmacia, nos cobra también por tener pleitos y por pedir papeles en el registro, nos cobra más por estudiar y además nos quita becas, nos cobra por usar una ambulancia como si tuviésemos el vicio de montar en ambulancia (debería hablar con mi tía Enriqueta y su diálisis), o les quita dinero a los abuelitos y eso a sabiendas que muchos de ellos, los pobres, mantienen a sus familias… En fin…
Voy a ir acabando ya, me estoy empezando a poner malita y tengo muchas ganas de llorar…
Dijo usted (véase si no se acuerda y véase además cómo lo dijo) que quería que yo, y muchos otros niños, recibiéramos una educación tan buena como la mejor y que pudiésemos pasear por todo el mundo sin complejos (¿a son de qué escogió esa palabra?) porque sabríamos idiomas y porque tendríamos un título profesional que se cotizaría en todo el mundo. Eso dijo, ¡vaya si lo dijo! Y la verdad es que se me revuelven las tripas y echo las muelas cuando lo recuerdo (porque yo sí me acuerdo). ¿Cómo vamos a recibir una educación tan buena como la mejor si la enturbian (¡ese Wert de grana y oro!) hablando de “españolizar” o viajando al pasado con el raca-raca del valor académico de la asignatura de religión? ¿Cómo vamos a recibir una educación tan buena como la mejor si recortan a dos manos desde el encerado al último pupitre (y eso que han puesto más porque han quitado profes) y además se cepillan las becas haciendo real y casi por el decreto del “sí o sí” aquello tan caciquil del “quien paga manda”? ¿Cómo vamos a recibir una educación tan buena como la mejor y cómo podremos pasear por el mundo porque sabríamos idiomas si dinamitan el programa Erasmus y encima hacen chistes diciendo que quienes lo hacen es porque tienen espíritu aventurero y ganas de eurocachondeo a tutiplén? ¿Y cómo vamos a pasar por el mundo sin complejos (ahora digo algo de este término no escogido al azar) porque tendríamos un título profesional que se cotizaría en todo el mundo si cuando yo pudiera llegar a ese posible nivel (que no podré a este paso, ¡menudo pastizal!) el mundo estará lleno de compatriotas con título (investigadores no digamos) que se han tenido que pirar a la fuerza (¿aventureros también?) porque aquí con su título no pueden hacerse ni un bocata?
En fin, señor Mariano, que por su obra y gracia en eso me ha convertido cinco añitos después, a mi (y a muchos otr@s) que era su niña.
Ya no puedo decir más. Vamos que ni siquiera me voy a despedir, temo que lo mismo me cobren por ello en cuanto me descuide.
Sólo una cosita, por lo de los complejos que dijo usted. Ni mi familia, ni las familias de mis amigos, ni ninguna familia de mi barrio, ni ninguna familia de ningún barrio de ninguna ciudad, según me dicen, hemos tenido jamás complejo alguno. ¡Nunca!… Hasta ahora».
A cuidarse!!
PD: música de Buika, El Meswy, Carmina Agredano, Perlita de Huelva, Jeannette y Albert Plá.