La jugada de Gallardón

Gallardón vuelve al gimnasio. Anunció el otro día su intención de aspirar de nuevo a la alcaldía de Madrid y eso ha habido quien lo ha interpretado como la resignación antesala del fracaso, como el más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer,… como que se terminó su «aspiración». Pudiera ser pero no cuadra porque en él es más fuerte la ambición que la aspiración.

Gallardón vuelve al gimnasio. Lo hace para volver a coger masa electoral, musculatura electoral, pedigrí electoral que a fin de cuentas es lo que únicamente domina entre los suyos. Cogerá cuerpo electoral por enésima vez pero en esta ocasión su jugada es, será, la definitiva, su jaque mate. Por delante tiene tiempo, mucho tiempo, y su jugada a los suyos les joderá pero estarán con él el día de las urnas, mientras que a los de enfrente les acojona, una vez más. Esos elementos son los que rumiará todos y cada uno de sus minutos de gimnasio con el siguiente planteamiento: «gano, vuelvo a ganar la ciudad de Madrid, y despedazo, vuelvo a despedazar a quien los socialistas designen buque insignia de su enésimo naufragio. Así de fuerte estaré en 2011, a un año vista de las generales, y entonces me activaré hacia ese horizonte, mi ambición. Lo haré más que presumiendo de lo conseguido, algo que nunca hice de verdad, y, vestido de trituradora de votos y de socialistas, llegará el momento que más he temido pero al que ya no puedo volver a renunciar so pena de la desintegración: daré el golpe, me plantaré. Diré con pruebas irrefutables que ya está bien, que nadie ha hecho ni hace lo que yo, que guste o no guste tengo más pedigrí electoral que nadie. Ese será mi momento y daré el golpe total plantando cara a quien sea y retando a muerte al que se ponga por medio. Un año tendré para culminarlo, pocos meses para ejecutarlo. Es mi jugada, mi última jugada y será a todo o nada, jaque mate».

Gallardón vuelve al gimnasio. Y los suyos, por jodidos, hablarán, enredarán, debatirán…; amplificarán el movimiento. Los otros entre tanto, los de enfrente, volverán a buscar mil y una recetas para anestesiar el acojone, y obsesionados en ello, muy posiblemente se les volverá a pasar el arroz sin haber dedicado algún que otro instante a reflexionar sobre conceptos vitales y hasta simples que estuvieron en sus cimientos y de los que incompresiblemente renegaron a base de arrebatos de soberbia: la humildad, el respeto, el escuchar mucho y con atención a los afuera, el contar de verdad con la gente… Lo mejor es que hay tiempo, lo peor la altivez. Gallardón ha vuelto al gimnasio, allí prepara su jugada (o sus jugadas).

PD: queda mucho por saberse.